Prestación de ayuda para VIVIR

18/8/2024 Observatorio de Bioética. Tres pacientes que habían solicitado la eutanasia, deciden no morir tras ver aliviados sus dolores con una innovadora técnica que consigue que el dolor deje de percibirse como insoportable.ç

La revista médica Neuromodulation ha publicado los resultados de una innovadora técnica que se ha puesto en marcha en el Hospital del Mar de Barcelona por la que se ha conseguido, gracias a la estimulación cerebral profunda, que algunos pacientes con intensos dolores dejen de percibirlos como insoportables.

Tras la aplicación de esta técnica a dos mujeres y un hombre entre los 50 y 60 años que habían solicitado la eutanasia por sufrir fuertes dolores neuropáticos, los enfermos ya no desean morir al ver visto aliviados sus sufrimientos.

La neurocirujana del Hospital del Mar, Gloria Villalba-Martínez señala en el mencionado artículo que «el dolor no desaparece después de la cirugía, pero deja de percibirse como insoportable».

Hasta ahora, ninguno de los tratamientos que habían recibido los pacientes les había aliviado. El dolor que experimentaban se origina en el sistema nervioso, aunque no haya una causa específica identificable. A pesar de haber probado varios tratamientos, ninguno lograba aliviar el intenso dolor que sentían.

La técnica que se ha empleado consiste en una estimulación cerebral profunda mediante la implantación de unos electrodos en el cíngulo anterior, una estructura del cerebro situada por debajo del córtex y que está relacionada con el componente afectivo del dolor, es decir, con cómo cada uno de nosotros experimenta y siente el dolor.

Una nueva posibilidad terapéutica

En el artículo de Neuromodulation, se subraya que en los países en los que está permitida la eutanasia, los comités de ética deberían tener en cuenta que existen tratamientos con resultados positivos en determinados pacientes, aunque aún no tengan una gran evidencia científica.

Lo sucedido con esta técnica experimental, señalan desde la revista, “abre un debate donde se pone encima de la mesa la necesidad de valorar estas nuevas técnicas en casos extremos, aunque no tengan ese aval clínico avanzado”.

Desde la Asociación Metges Cristians, celebran la noticia de los pacientes que han anulado sus solicitudes de eutanasia. José María Guardiola, presidente de la Asociación Catalana de Estudios Bioéticos, ha expresado su alegría ante esta importante noticia: “este avance refuerza la idea de que la función de la medicina es aliviar el sufrimiento, no provocar la muerte”. Además, destaca que “es fundamental que estas técnicas, junto con otras, estén disponibles para todos”.

Guardiola explica que “la mayoría son pacientes con una enfermedad oncológica o neurológica avanzada. En su proceso llega un momento de cierta desesperación; piensan que son un estorbo, el dolor está mal controlado, y suele asociarse un cuadro depresivo y ansioso que lo complica todo”.

Solicitudes de eutanasia en España

Desde que en junio de 2021 se aprobara la ley de la eutanasia en nuestro país, ese mismo año hubo 173 solicitudes según el informe anual de  la prestación de ayuda para morir del Ministerio de Sanidad. De estas solicitudes, las prestaciones realizadas fueron 75.

Según los datos publicados por el Ministerio de Sanidad correspondientes a 2022, de las 576 solicitudes de eutanasia que se presentaron en España, se ejecutaron finalmente 288: 91 en Cataluña, 38 en Madrid, 27 en Andalucía, 24 en la Comunidad Valenciana, 24 en el País Vasco, 13 se produjeron en Navarra, 8 en Asturias, 10 en Canarias, 10 en Castilla y León, 7 en Galicia, 8 en Aragón, 7 en Castilla-La Mancha, 6 en Cantabria, 6 en Baleares, 4 en La Rioja, 3 en Extremadura, y 2 en Murcia.

Por su parte, la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) ha informado de que 750 personas solicitaron la eutanasia en 2023, un 30% más que el año 2022. Del total de peticiones, 350 murieron por eutanasia.

Nuestra valoración

El eufemismo “prestación de ayuda para morir”, utilizado en la norma legal para ocultar su verdadero sentido, consiste en realidad en cesar la ayuda que un paciente incurable necesita en el curso de su enfermedad, para proceder a terminar con su vida. Procurar la muerte deliberadamente es matar, y matando al paciente que sufre omitimos el deber de prestación de ayuda, esta sí, para vivir. Porque las enfermedades incurables que cursan con sufrimiento necesitan ser tratadas convenientemente para paliarlo, ya que no sabemos curarlas. Es el espíritu de la medicina: prevenir, curar, paliar.

Pero cuando la ayuda debida para vivir con enfermedad y dependencia se torna en matar al paciente, abandonamos el acto médico y adoptamos el papel de verdugos, que aplican una pena capital al paciente que lo solicita.

Manipular el lenguaje para manipular las ideas (“prestación de ayuda para morir”) priva al paciente del acceso a la verdad que se esconde tras la oferta eutanásica. Las personas nos morimos, y, entre tanto, tratamos de vivir lo mejor posible y sufrir lo mínimo posible. Y terminamos muriéndonos por nuestra enfermedad o nuestra vejez. Este es el ciclo ecológico de la vida, que requiere acompañamiento, afecto, cuidados, analgesia, tratamientos de soporte o sedación, que permiten mejorar la experiencia del enfermo sufriente hasta el final de su vida.

Abortar este proceso, aunque se plantee compasivamente, segando la vida del paciente que sufre, es privar al ser humano de vivir dignamente hasta el final, dando sentido al sufrimiento que puede hacerle crecer espiritualmente y cerrar con paz su etapa vital.

Más del 90 % de los pacientes solicitantes de eutanasia a los que se han ofrecido cuidados paliativos de calidad, desea seguir viviendo.

El nuevo avance basado en la neuroestimulación que comentamos aquí es una forma más de atención paliativa, que, sin curar la enfermedad, permite mejorar la experiencia de los pacientes con dolor refractario.

Más de 70.000 pacientes mueren en España con dolor intenso evitable por no recibir la atención paliativa adecuada. Muchos de ellos pueden acabar solicitando la eutanasia, y no porque quieren morir dignamente, sino porque no les hemos ayudado a vivir dignamente, ofreciéndoles los cuidados paliativos que necesitan, o sea, la prestación de ayuda para vivir.