Recuerdo cuando se empezaba en esto de la bioética que todo el acento se ponía en la construcción de una bioética “neutral”, “surgida del común denominador”, que incorporase “los valores Constitucionales” y “los derechos humanos”.
El estado contemporáneo invade la vida privada de formas que afectan incluso al proceso final de la vida. Para ello desarrolla políticas públicas que pueden transformar la deontología médica. Esta abandona la limitación del poder del médico en atención al fin de la profesión y puede volverse un código conveniente.