22/6/2025 Observatorio de Bioética. Un ensayo clínico llevado a cabo en Nueva York ha demostrado la eficacia del dostarlimab, un anticuerpo inmunoterapéutico, en pacientes con tumores sólidos relacionados con mutaciones genéticas específicas (dMMR).
El estudio, publicado en The New England Journal of Medicine, revela resultados esperanzadores, como la curación sin cirugía en todos los casos de cáncer de recto incluidos en la cohorte principal. Sin embargo, este avance plantea importantes cuestiones bioéticas, como el alto coste del tratamiento, el acceso limitado y la necesidad de una evaluación prudente de sus efectos a largo plazo.
El alto coste y acceso limitado plantean desafíos éticos y clínicos
Un equipo de investigadores en Nueva York ha desarrollado un novedoso tratamiento basado en inmunoterapia para tratar el cáncer causado por la deficiencia en la reparación de errores de emparejamiento (dMMR, por sus siglas en inglés), una condición en la que las células no pueden corregir los errores que se producen al copiar el ADN, lo que causa una acumulación de mutaciones en el genoma que puede derivar en un cáncer. Los resultados de la investigación, publicada recientemente en The New England Journal of Medicine, incluyen la cura del cáncer en un alto porcentaje de pacientes con cáncer de recto localmente avanzado, evitando así la necesidad de cirugía y las graves consecuencias de este tipo de intervenciones.
El tratamiento utilizado es dostarlimab, un medicamento que se une a una proteína llamada PD-1 (proteína 1 de muerte celular programada) de las células T del sistema inmunitario, un tipo de glóbulo blanco especializado en reconocer y eliminar células infectadas o cancerosas. El problema con PD-1 es que cuando interacciona con PD-L1 (ligando 1 de muerte celular programada), una proteína que se encuentra en algunas células normales y cancerosas, inhibe la respuesta inmunitaria. Este mecanismo inhibe la activación de las células T y evita que destruyan células que no deben, como las células propias del cuerpo. Pero cuando son las células tumorales las que expresan PD-L1, también evitan ser detectadas y destruidas por el sistema inmunitario, lo que deriva en la progresión del cáncer. Los medicamentos llamados inhibidores de puntos de control inmunitarios, como dostarlimab, que es un anticuerpo anti-PD-1, pueden bloquear la interacción entre PD-1 y PD-L1, lo que permite que las células T ataquen y destruyan las células tumorales.
La investigación ha consistido en un estudio de fase 2 en el que pacientes con tumores sólidos dMMR en estadio I, II o III, susceptibles de cirugía curativa, fueron tratados con dostarlimab durante 6 meses. La respuesta al tratamiento se evaluó en dos cohortes: los pacientes de la cohorte 1 tenían cáncer de recto localmente avanzado con dMMR, y los pacientes de la cohorte 2 tenían tumores sólidos no rectales con dMMR, incluyendo cáncer de esófago, estómago, colon, hígado, vejiga, útero y próstata. Los pacientes con una respuesta clínica completa, es decir, desaparición total de la evidencia de la enfermedad (en este caso, cáncer) después del tratamiento, sin que se detecte ninguna señal de la misma en exámenes clínicos, endoscópicos o de imagen, podían optar por el tratamiento no quirúrgico; aquellos con enfermedad residual debían someterse a una extirpación tatal o parcial del órgano afectado. En este análisis, el criterio de valoración principal, evaluado en la cohorte 1, fue una respuesta clínica completa sostenida a los 12 meses. Se evaluaron la supervivencia libre de recurrencia y la seguridad.
Se incluyó en el análisis a un total de 117 pacientes, de los cuales 103 completaron el tratamiento. De estos, 49 formaban parte de la cohorte 1, y todos consiguieron una respuesta clínica completa y pudieron evitar la cirugía. En los 54 pacientes restantes, que formaban parte de la cohorte 2, los resultados no fueron tan positivos pero sí se pueden considerar bastante sobresalientes. En este caso, 35 pacientes presentaron una respuesta clínica completa y 33 optaron por el tratamiento no quirúrgico, lo que supone un 61% de éxito. En cuanto a efectos secundarios del tratamiento, la mayoría de los pacientes (95%) presentaron eventos adversos reversibles de grado 1 o 2 (60%) o no presentaron eventos adversos (35%). Además, la opción de resección curativa no se vio comprometida durante ni después del tratamiento en ninguno de los pacientes.
En conclusión, en pacientes con tumores sólidos dMMR en estadio temprano susceptibles a cirugía con intención curativa, el bloqueo de PD-1 condujo a la preservación del órgano en un alto porcentaje de pacientes (casi el 80% del total).
Una de las pacientes beneficiadas, la neoyorquina Maureen Sideris, de 71 años, en declaraciones a EL PAÍS cuenta la curación mediante este tratamiento de su cáncer gastroesofágico. Pensó que iba a perder el habla o incluso la vida. Ahora la remisión de su tumor es completa gracias a dostarlimab, lo que le ha evitado tener que someterse a una arriesgada operación en el esófago. “Me alegro, porque me encanta hablar”, bromea. “El cáncer ha desaparecido en mis imágenes PET (un escáner médico) y en las biopsias. Los doctores son cautelosos y solo hablan de remisión, pero cuando se cumplan cinco años usarán la palabra curación”, celebra, antes de despedirse con entusiasmo y volver a la carretera. “Me siento como si me hubiese tocado la lotería”, ha afirmado.
El desarrollo de terapias como el dostarlimab es un avance significativo en la lucha contra el cáncer, especialmente porque permite tratamientos más dirigidos y potencialmente con menos efectos secundarios. Desde una perspectiva bioética, representa un paso hacia una medicina más personalizada y respetuosa con la dignidad del paciente. Sin embargo, también plantea desafíos importantes: el acceso desigual a este tipo de medicamentos puede profundizar las brechas entre pacientes de diferentes contextos socioeconómicos o países. Además, el alto coste de producción y comercialización de estos tratamientos, que ronda los 50.000 euros por paciente, puede hacer que solo estén disponibles para una minoría. Por otra parte, los investigadores advierten que aún se necesita más tiempo para confirmar los beneficios a largo plazo, especialmente en tumores no rectales, y se desconoce si este tratamiento funcionará en todos los tumores sólidos con dMMR en etapas tempranas.
Lucía Gómez Tatay
Instituto Ciencias de la Vida
Observatorio de Bioética
Universidad Católica de Valencia