27/02/2009 Diario Médico La Asamblea General de la Organización Médica Colegial (OMC) aprobó una declaración elaborada por la Comisión Central de Deontología en la que se pone de manifiesto que «una correcta asistencia implica que se recurra a la sedación en la agonía sólo cuando está adecuadamente indicada, es decir, tras haber fracasado todos los tratamientos disponibles para el alivio de los síntomas».
Lo que puede hacer a la sedación éticamente aceptable o reprobable es el fin que busca y las circunstancias en que se aplica. «Los equipos que atienden a enfermos en fase terminal necesitan una probada competencia en los aspectos clínicos y éticos de la medicina paliativa, a fin de que la sedación sea indicada y aplicada adecuadamente. No se la podrá convertir en un recurso que, en vez de servir a los mejores intereses del enfermo, sirva para reducir el esfuerzo del médico».
Y es que «la sedación en la fase de agonía es un recurso final y será aceptable éticamente cuando exista una indicación médica correcta y se hayan agotado los demás recursos terapéuticos». Esta decisión «ha de ser resultado de una deliberación sopesada y una reflexión compartida acerca de la necesidad de disminuir el nivel de conciencia del enfermo como estrategia terapéutica».
Por tanto, no es legítima la sedación ante síntomas difíciles de controlar pero que no han demostrado su condición de refractarios: «Las indicaciones más frecuentes son las situaciones extremas de delirio, disnea, dolor, hemorragia masiva y ansiedad o pánico, que no han respondido a los tratamientos indicados y aplicados correctamente. La sedación no debe instaurarse para aliviar la pena de los familiares o la carga laboral y la angustia de las personas que lo atienden».
Según el informe, la frontera entre lo que es una sedación en la agonía y la eutanasia activa se encuentra en los fines primarios de una y otra. «En la sedación se busca conseguir, con la dosis mínima necesaria de fármacos, un nivel de conciencia en el que el paciente no sufra, ni física, ni emocionalmente, aunque de forma indirecta pudiera acortar la vida. En la eutanasia se busca deliberadamente la muerte inmediata».
Como en cualquier otro tratamiento, «se debe realizar una evaluación continua del nivel de sedación en el que se encuentra y necesita el enfermo. En la historia clínica y en las hojas de evolución deberán registrarse con el detalle necesario los datos relativos al ajuste de las dosis de los fármacos utilizados, a la evolución clínica de la sedación en la agonía y a los cuidados básicos administrados». Según el texto de la Deontológica, «es un deber deontológico abordar con decisión la sedación en la agonía, incluso cuando pudiera derivarse como efecto secundario una anticipación de la muerte».
Para evaluar si está justificada la indicación de la sedación en un enfermo agónico es preciso considerar los siguientes criterios: que existe una sintomatología intensa y refractaria al tratamiento; que los datos clínicos indican una situación de muerte inminente o muy próxima. Además, que el enfermo o, en su defecto la familia, ha otorgado el adecuado consentimiento informado de la sedación en la agonía y que el paciente ha tenido oportunidad de satisfacer sus necesidades familiares, sociales y espirituales.
Puede leer el texto completo aquí
Ética de la sedación en la agonía