La concepción humana. El comienzo de la vida

26/10/2025 AGABI Hoy día existe gran confusión sobre cuándo comienza la vida humana. La cara oficial y pública de la profesión médica insiste en que la vida comienza con la implantación.

Sin embargo, todos los tratados de embriología y fetología en uso afirman que la vida empieza en el instante en que un espermatozoide penetra en un óvulo. Por ejemplo, en el tratado Essentials of Embryology[1] se dice: “el cigoto, formado por la unión de un ovocito y un espermatozoide, es el comienzo de una nueva vida humana”. Y en el Langman’s Medical Embryology[2] se afirma: “El desarrollo empieza con la fertilización, por la cual el gameto masculino (esperma), y el gameto femenino (óvulo) se unen para dar lugar a un cigoto”.

Desde su propia concepción, la ciencia de la embriología ha reconocido que la unión de un espermatozoide y un óvulo da lugar a un nuevo ser humano que se embarca en una continuidad de desarrollo hasta su muerte natural. El único comienzo lógico de la creación de un nuevo ser humano ocurre cuando dos pares de 23 cromosomas se encuentran para dar comienzo a un organismo que tiene 46.

A mediados de los años 1960, los líderes médicos pro-aborto cambiaron la definición del comienzo de la vida humana en el peor ejemplo de manipulación turbia y falta de rigor científico que la profesión médica nunca había visto hasta entonces.

Hasta mediados de los años 60, los científicos reconocían universalmente que la concepción humana tiene lugar en el momento en que el óvulo es fertilizado por el espermatozoide en la trompa de Falopio. Por lo tanto, cualquier intento de interferir el desarrollo de la vida humana después de la fusión constituye un aborto.

Pero los proabortistas y los controladores de la población tenían la mirada puesta en un cambio desde los métodos contraceptivos a los abortivos, y la investigación abortiva ya se estaba llevando a cabo en EEUU, Japón y varios países europeos.

Para que los abortivos fuesen aceptados por la mujer, había que borrar la línea entre la acción contraceptiva y la abortiva.

Solo se podía conseguir esto cambiando la palabra contracepción desde que el óvulo es fertilizado hasta la implantación. Bajo la nueva forma de definir la contracepción, si un aparato o un fármaco —como un dispositivo intrauterino o una píldora— impide la implantación, eso no lo consideran aborto. De modo que el aborto solo ocurriría si un fármaco o dispositivo matase a un feto ya implantado en el endometrio. Los términos de aborto precoz se convirtieron en el oxímoron «contracepción postconcepción» y «control de la fertilidad postconcepción».

El desengaño de la clase dirigente médica respecto a esta modificación coincidía con la devaluación del niño antes de nacer. Los cambios de actitud y terminología no estaban basados en un descubrimiento revolucionario de la tecnología ni del conocimiento médico. Los cambios solo se hicieron para posteriores objetivos de la profesión médica y para contentar a los proabortistas.

El Dr. J Richard Sosnowlki, de la Asociación de Ginecólogos y Obstetras del Sur de los Estados Unidos, condenó esa deshonestidad en su alegato de 1984: «Considero inadecuada la práctica de gimnasia semántica en una profesión. Si la concepción tiene lugar cuando penetra el esperma en un óvulo, es conflictivo definirla como la implantación de un óvulo fertilizado. Parece que la única razón para esto es el dilema producido por la posibilidad de que el dispositivo intrauterino pueda funcionar como un abortivo».

En resumen, la palabra «concepción» había sido previamente definida como la unión de un espermatozoide y un óvulo. En 1965, fue redefinida como implantación, que habitualmente tiene lugar entre 7 y 10 días después de la fertilización. Esto requería inventar un nuevo término: pre-embrión, que se define como el tejido vivo (no humano) después de la fertilización y antes de la implantación.

La palabra «concepción» había sido previamente definida como la unión de un espermatozoide y un óvulo. En 1965, fue redefinida como implantación, que habitualmente tiene lugar entre 7 y 10 días después de la fertilización. Esto requería inventar un nuevo término: pre-embrión, que se define como el tejido vivo (no humano) después de la fertilización y antes de la implantación.

La palabra «concepción» había sido previamente definida como la unión de un espermatozoide y un óvulo. En 1965, fue redefinida como implantación, que habitualmente tiene lugar entre 7 y 10 días después de la fertilización. Esto requería inventar un nuevo término: pre-embrión, que se define como el tejido vivo (no humano) después de la fertilización y antes de la implantación.

El impacto de redefinir el comienzo de la vida

Estas definiciones nuevas con desconocimiento científico tienen implicaciones que alcanzan mucho más allá de la cuestión de los abortivos. Bajo la nueva terminología, poca gente objeta la fertilización in vitro (FIV), que tiene lugar en un recipiente de laboratorio. Los blastocistos menos perfectos (al comienzo del desarrollo de un ser humano) son descartados. Si son meros «pre-embriones», ¿a quién le importan? Todavía no han sido implantados en el útero de una mujer, de modo que son mero «material genético». Pocos van a preocuparse de la experimentación con pre-embriones. Tampoco se van a preocupar si los «pre-embriones» son sistemáticamente examinados para descartar todos los defectos genéticos posibles poco después de la fertilización. Esta es una de las consecuencias inevitables del Proyecto Genoma Humano, que ha trazado el mapa de cada cromosoma y, finalmente, identificará y recabará cada posible defecto genético que pueden padecer los seres humanos.

Como la batalla sobre el aborto cambia gradualmente desde la muerte quirúrgica hasta la muerte química al por mayor de los bebés, los partidarios de la vida deben usar un lenguaje y unos términos precisos e inmutables en este campo de batalla siempre cambiante. No podemos permitirnos el lujo del lenguaje proaborto descuidado e impreciso, ya que la confusión y la incertidumbre siempre van a favor de los anti-vida.

Tradicionalmente, los activistas provida han proclamado que la vida comienza en la concepción. En el Nuevo Mundo Feliz de abortos silentes y cambiantes, de terminología confusa, esta sentencia, aunque sea verdad, no es suficientemente específica para rebatir la propaganda de las fuerzas anti-vida.

La gran mayoría de los niños abortados antes de nacer no son asesinados por aspiración con máquinas o legrados, sino por inyecciones y pastillas.

Para luchar a favor de todos los niños antes de nacer, los partidarios pro-vida deben declarar lo que siempre ha sido verdad, pero que ahora es especialmente relevante: ¡la vida comienza con la fertilización!

Definición de contraceptivo:

Un agente que impide la concepción humana mediante una o más de cuatro acciones específicas:

  • Colocar una barrera mecánica tal como un preservativo o tapón cervical entre el esperma y el óvulo para evitar que se unan.
  • Aumentar la densidad del moco cervical para impedir la movilidad de los espermatozoides.
  • Inhibir la ovulación para evitar que se libere un óvulo maduro.
  • Ligar las trompas de Falopio para que el óvulo no pueda ser fertilizado por un espermatozoide.

Todos estos métodos impiden la creación de un nuevo ser humano, aunque los métodos de obstrucción intencional de la vida son gravemente inmorales.

En contraste, los abortivos destruyen al niño antes de nacer, que ya ha sido concebido. La definición general de abortivo es una droga o agente que induce un aborto.

Dependiendo del tipo de abortivo, la matanza puede tener lugar en cualquier momento del embarazo, impidiendo la implantación del blastocisto (el ser humano en su primera etapa de desarrollo), o matando al niño no nacido inmediatamente después de la implantación o más tarde durante el embarazo.

En este momento, los científicos están llevando a cabo una investigación extensa en el apabullante despliegue de más de 200 actuales y potenciales agentes abortivos, cubriendo todo el alfabeto, desde alcionáceos, o corales blandos, hasta Zace, un extracto crudo acuoso de Zoapaxtle (el arbusto Montanoa tomentosa, cuyas hojas tienen propiedades medicinales, sobre todo para ayudar al parto, pero también propiedades abortivas).

Como un humorista dijo hace pocos años, los científicos cuyo producto mataba al niño antes de nacer, gimieron: «estamos arruinados». Ahora, contentos, exclaman: «somos ricos».

La tendencia de la investigación en planificación familiar va dirigida a los abortivos. Los investigadores continúan buscando una píldora mensual que no solo asegure la esterilidad, sino que también cause el final de la menstruación. El más eficaz de los abortivos actualmente en investigación incluye el DIU, diafragmas y anillos vaginales que contienen esteroides y cremas de progesterona que pueden frotarse en la piel (en otras palabras, loción dérmica abortiva). Quizá los mercados añadan crema solar aloe vera.

Se reconocen tres clases de abortivos en existencia y bajo investigación:

  1. El primer tipo de abortivo (aborto químico) incluye drogas y dispositivos diseñados para mantener de forma continua cierto nivel de hormonas en el cuerpo de la mujer. Tienen dos modos de actuar: 1º) cambiar el moco cervical, y 2º) adelgazar el endometrio o revestimiento uterino, causando aborto temprano. Esta clase de abortivos incluye: anticonceptivos orales, anillos y parches vaginales, dispositivos intrauterinos (DIUs) como Norplant, Norplant-2, Implanon y Nexplanon.
  2. El segundo tipo de abortivo es el que produce la matanza intencional de un niño antes de que nazca. Estos abortivos incluyen la píldora RU-486, el régimen metrotexate/misoprostol (M&M) y la contracepción en emergencia, que tiene diversas formas: incluyen el «régimen Yuzpe» que consiste en tomar pastillas de etinil estradiol/levonorgestrol a dosis elevadas y pastillas específicamente destinadas a causar abortos tempranos.
  3. El tercer tipo es el de las pastillas a menudo llamadas «contraceptivo de emergencia» «contraceptivos de la mañana siguiente» y «contracepción post coito». Consisten en dosis elevadas de esteroides artificiales que se encuentran en anticonceptivos orales. Dos ejemplos son Plan B y Preven.

En definitiva, muchos fármacos que se venden como anticonceptivos pueden tener también efecto abortivo.

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[1] Keith L. Moore.  Before We Are Born:  Essentials of Embryology [Philadelphia:  Saunders], 2008, page 2.

[2] T.W. Sadler.  Langman’s Medical Embryology [Philadelphia:  Lippincott Williams & Wilkins], 2006 (10th Ed.): 11.