Principios de ética biomédica

BioeticaWeb. En el año 1979 apareció la primera edición de Principios de Ética Biomédica (Principles of Biomedical Ethics) [1] el libro de Beauchamp y Childress que por años ha orientado en buena parte la Bioética.A lo largo de las ediciones ha ido diferenciándose bastante de aquella primera no sólo en extensión, sino también en la distribución y contenido de las diferentes partes del texto. Se ha convertido en el texto más importante y más influyente en ese tiempo en el campo de la Bioética.

 

Utilizando el término biomedical ethics quieren referirse a un tipo de ética aplicada, que amplia el propósito inspirador del Informe Belmont, para estudidar todo el arco de cuestiones éticas en ámbito biomédico.

 

Principles of Biomedical Ethics

Su propósito es tratar la relación médico-paciente, los problemas éticos en torno al inicio y al final de la vida, los trasplantes de órganos, el tratamiento de enfermos mentales graves. Según sus autores sirve también para el resto de cuestiones médicas que por falta de espacio no han podido señalar explícitamente en el libro[2].

El número de principios se amplía a cuatro, pues recoge los tres del Informe Belmont (respeto de las personas, beneficencia y justicia) desgajando del principio de beneficencia otro que denominan no-maleficencia[3].

El texto se proponía, como puede leerse en el prefacio a la primera edición, «ofrecer un análisis sistemático de los principios morales que deberían aplicarse en biomedicina»[4], y estaba dirigido en primer lugar a los profesionales de la salud, incluyendo médicos, enfermeras, investigadores y estudiantes; así como a los que se ocupan de política sanitaria. Por tanto, los principios habían de ser fácilmente comprensibles por parte de estos profesionales, de modo que pudieran ser utilizados sin necesidad de poseer una específica formación filosófica. En segundo lugar se ofrecían también a filósofos y teólogos. Y quizá haya sido en este campo donde han conseguido su mayor difusión, ya que el ámbito filosófico domina actualmente la bioética norteamericana. De todas formas,los “principios de la bioética” también han calado de modo significativo en la literatura médica general[5].

Puede decirse que la bioética de los años ochenta ha sido fundamentalmente“principialista” [6]. No sólo por el uso de los cuatro principios propuestos por estos autores en artículos y libros, sino también por su empleo en dictámenes de comités de bioética, tanto en Estados Unidos como en Europa. También en los años posteriores ha continuado teniendo la primacía [7], aunque ha debido enfrentarse a una serie de críticas que han conseguido minar, al menos en parte, su total dominio del ámbito bioético [8]. El resultado ha sido una mayor profundización y una mejor comprensión de los principios y de su aplicación.

Aunque algunas de las objeciones que se hacen al sistema son profundas, la mayoría de los autores son de la opinión de que los principios sobrevivirán, siempre que se adapten a las necesidades del actual contexto ético y biomédico[9].

En un artículo aparecido en 1993, Edmund Pellegrino escribía que el principialismo seguía siendo útil ya que proporcionaba la fuente de la que derivan y dónde se justifican las líneas de acción específica. O dicho de otro modo, las obligaciones y normas que están presentes en cualquier sistema ético. Además, continuaba Pellegrino, las serias limitaciones que se le atribuyen están también presentes en las alternativas que se han ido proponiendo[10]. Concluía diciendo que la bioética estaba entonces en una fase de replanteamiento de los principios.

Entre las razones que justifican la gran difusión del principialismo, Pellegrino menciona la influencia que el Kennedy Institute of Ethics de la Universidad de Georgetown ha tenido en la bioética desde su origen[11]. Concretamente a través de los cursos intensivos de verano, que desde 1976 han visto pasar por sus aulas alrededor de doscientos alumnos cada año. Muchos profesionales de la salud y profesores de ética al acabar estos cursos han sembrado los “principios de la bioética” por los Estados Unidos, y también fuera del país[12]. Junto al método pedagógico relativamente sencillo, el principialismo proporciona al médico una serie de herramientas con las que es capaz de llegar a un juicio moral, utilizando un procedimiento de principios, diagramas y cuadros de decisión que resultan muy familiares en el ámbito sanitario[13].

Otra de las características del principialismo es su gran plasticidad para acomodarse a diferentes teorías morales y concepciones religiosas [14]. En su texto Principles of Health Care EthicsRaanan Gillon recoge una extensa colección de artículos de autores procedentes de las más diversas partes del mundo, en los que se puede descubrir no sólo esa capacidad de adaptación a diferentes culturas, sino también gran extensión geográfica que han conseguido los cuatro principios[15].

Desde las primera páginas de su libro, Beauchamp y Childress insisten una y otra vez en que su intento no es proponer una nueva teoría moral, sino un sistema para la resolución de casos difíciles, al que se puede acceder desde distintas posiciones filosóficas de base [16]. Con ello no pretenden resolver todas las cuestiones que la bioética tiene planteadas, sino proporcionar un instrumento válido para la mayoría de los casos. La falta de acuerdo que pueda surgir al estudiar una determinada cuestión no debería hacer dudar del sistema, sino ayudar a descubrir la dificultad intrínseca de la vida moral [17].