Durante mucho tiempo los errores han formado parte de la práctica médica asistencial ya que, como en toda actividad de los seres humanos, la perfección absoluta, continua y en todo momento, no parece ser un patrimonio común de la humanidad. Sin embargo, se ha asumido que, por el bien de los enfermos, sería mejor ocultar dichos errores para que se mantuviera la confianza de la sociedad en el sistema sanitario.
Desde el pasado 16 de mayo se encuentra ya en vigor la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.