El mes de septiembre nos trajo la noticia del nacimiento de Gerard en Barcelona, después de permanecer congelado en un banco de embriones durante 7 años. Gracias al pionero Programa de Adopción de Embriones que el Institut Marqués ha puesto en marcha, este bebé se ha convertido así en noticia de una decisión que ofrece la salida más digna para los embriones congelados: posibilitar su derecho a nacer.
Hasta ahora más de 200 mujeres han solicitado la adopción de embriones en esta clínica catalana, estando ya en marcha 33 embarazos, según informa la doctora Marisa Lopez-Teijón, impulsora de este programa de donación, quien ha afirmado: «Decidimos ponerlo en marcha por motivos éticos, no religiosos, para dar a los embriones una opción de vida». De hecho, a todas luces el problema ético que plantea la acumulación de embriones huérfanos es una cuestión espinosa, que muestra con claridad cómo la congelación de un embrión puede ser para éste una sentencia de muerte por caducidad. En estos casos el olvido o el desinterés de los padres biológicos deja a estos seres humanos en su primera fase de desarrollo ante tres disyuntivas: «pudrirse», ser descongelados para utilizarlos con fines de investigación o destruirlos. Frente a estas alternativas, que para muchos expertos en bioética son el callejón sin salida resultante de algo que nunca se debió hacer, y que muestran que hay un error de partida, la adopción de embriones parece ser la opción más deseable.
De hecho, contrariamente a lo que a priori se pudiera imaginar, la adopción embrionaria plantea menos riesgos que la FIV convencional, ya que no necesita ni de la estimulación ovárica farmacológica ni de la siempre molesta obtención de óvulos previa en la mujer que desea gestar. Además, su coste económico es considerablemente menor que el de las técnicas más habituales de reproducción artificial. Estas características hacen que esta opción pueda ser considerada atractiva para ser ofertada a un alto número de parejas. Por otra parte, las dudas sobre la viabilidad de los embriones congelados durante un gran plazo de tiempo parecen haber sido ya solventadas, ya que embriones congelados hace 14 años están también saliendo adelante.
Por todo ello, el resultado de los programas de embriodonación son increíblemente prometedores, aunque se muestren incapaces de solucionar totalmente el problema del inmenso excedente de embriones congelados en nuestro país. Según la encuesta referenciada por la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida (CNRHA) en su informe de 1998, el número total de embriones congelados era en aquellas fechas alrededor de 25.000, de los que un porcentaje que rondaba el 15% (3.750) superaban ya los cinco años de crioconservación.
Actualmente, ante la ausencia de datos oficiales, se estima entre cincuenta mil y doscientos mil el número total de embriones congelados. No es de extrañar por tanto que surjan voces, como la del catedrático de Genética Nicolás Jouve, pidiendo reconsiderar el nuevo Proyecto de Ley en el que nuevamente se abren las puertas a la producción incontrolada de embriones congelados. Se conseguiría así una normativa más respetuosa con la vida humana en sus primeras fases de desarrollo, adecuando esas propuestas legislativas a las vigentes en otros países de nuestro entorno europeo. En Alemania congelar embriones es ya un delito.
Dr. José Jara Rascón
Urólogo Andrólogo. (Revista Médica nº 57, Octubre 2005)