Nuestra condición humana hace que todos al principio y al fin de la vida seamos vulnerables, precisando de mucha atención y cuidados. Esto nos debería impulsar a ser más solidarios con los que lo necesitan.
Ante catástrofes naturales como la acontecida por el terremoto de Haití hemos comprobado una vez más esta solidaridad humana con los que más lo necesitan en un momento dado, pero parece que en el día a día se nos olvida con más facilidad ejercitarla. Es preciso comprender que cada uno necesita más amor del que merece, que cada uno es más vulnerable de lo que parece.
En la medicina las personas vulnerables son aquellas dependientes de los cuidados de otras personas, los incapacitados en sus distintas formas (psíquicas y físicas), los ancianos y los enfermos terminales. Un ejemplo claro es lo que ocurre a medida que avanza un deterioro mental y la persona va perdiendo la autonomía para decidir sobre su vida, haciéndose cargo de él los familiares o en su defecto las instituciones estatales.
En el caso de los enfermos terminales el acompañamiento y la aplicación de toda la ciencia necesaria para aliviar los síntomas físicos y emocionales, disminuyendo el sufrimiento de los enfermos y familiares ayuda a bien morir y previene el duelo patológico. Sin embargo el dominio y la negligencia son factores que pueden presentarse y agravar la atención al final de la vida. La actitud de dominio, como muchos ya habrán imaginado, es la debatida eutanasia. ¿Quién puede constituirse en árbitro para determinar el instante del fin de una persona?. La vida es un patrimonio único e irrenunciable. Nadie debería prestarse para actuar como ejecutor para la terminación de una vida.
Ante la masificación y el anonimato tan característico de nuestra tecnificada época, la negligencia, desinterés o abandono, o lo que es igual, la falta de compasión, empatía y acompañamiento para aliviar el sufrimiento en el enfermo y sus familiares, cuando la curación no es posible, es otra actitud que agrava estas necesidades de atención de los más vulnerables.
En un mundo lleno de situaciones difíciles, estamos llamados a descubrir la posibilidad de la compasión, de la comprensión con su efecto sanante. Todos podemos ofrecer una clara defensa de la vida con esta actitud solidaria ofrecer también nuestra ayuda para salir del error a todos los responsables de estas leyes contra la vida.